Echar la siesta: beneficios, mitos y preguntas frecuentes

  • Una siesta bien planificada puede influir positivamente en la salud cognitiva, el estado de ánimo y la productividad.
  • En adultos mayores puede ser beneficiosa siempre que no sustituya un sueño nocturno adecuado.
hombre durmiendo la siesta

Dormir unos minutos después de comer es una costumbre profundamente arraigada en muchas culturas, especialmente en países mediterráneos. Esta pausa breve en medio del día tiene efectos comprobados en el bienestar físico y mental. A pesar de la vida acelerada que predomina en la actualidad, cada vez más estudios respaldan la idea de que echar la siesta no solo es placentero, sino también saludable.

Beneficios de la siesta

La ciencia avala que dormir siesta es bueno. No se trata solo de descansar; una siesta bien planificada puede influir positivamente en la salud cognitiva, el estado de ánimo y la productividad.

Entre los principales beneficios de la siesta se encuentran:

  • Mejora de la memoria y el aprendizaje: Dormir entre 10 y 30 minutos ayuda a consolidar lo aprendido durante el día, según estudios del National Sleep Foundation y universidades como Harvard o Berkeley.
  • Reducción del estrés: Echar la siesta disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, favoreciendo la relajación.
  • Aumento de la creatividad y la productividad: Personas que descansan brevemente tras la comida presentan mejor rendimiento en tareas que requieren concentración y pensamiento abstracto.
  • Regulación del sistema inmunológico: Dormir siesta puede ayudar al cuerpo a recuperarse más rápidamente tras una enfermedad.
  • Beneficio cardiovascular: Según investigaciones del hospital Asklepios de Alemania, quienes duermen siesta regularmente tienen un menor riesgo de sufrir infartos.

Por lo tanto, no solo es bueno echar la siesta: en ciertos contextos puede considerarse incluso parte de una rutina saludable.

¿Cuál es el mejor momento para echar la siesta?

Generalmente, la siesta se realiza después de la comida del mediodía, cuando el cuerpo atraviesa un descenso natural en la energía. La llamada “siesta después de comer” coincide con un leve aumento en la melatonina, lo que facilita el sueño.

Lo ideal es que este descanso ocurra entre las 13:00 y las 15:00 horas. Superado ese rango, aumenta el riesgo de que interfiera con el sueño nocturno. En adultos sanos, una siesta de 20 a 30 minutos es suficiente para obtener sus beneficios sin caer en un sueño profundo que provoque inercia del sueño (la sensación de pesadez o aturdimiento al despertar).

¿Dormir siesta es bueno para todas las edades?

La siesta está especialmente recomendada en niños y personas mayores. En bebés, forma parte esencial del desarrollo neurológico y físico. Durante los primeros años de vida, el sueño diurno complementa al nocturno en la maduración cerebral.

Pero ¿a qué edad dejan de echar la siesta los niños? Aunque varía según el desarrollo individual, la mayoría de los niños dejan de necesitarla entre los 3 y los 5 años. No obstante, algunos continúan echando la siesta hasta los 6 o incluso los 7 años, especialmente si tienen rutinas escolares exigentes.

En adultos mayores, la siesta puede ser beneficiosa siempre que no sustituya un sueño nocturno adecuado. En su caso, puede ayudar a compensar los despertares nocturnos más frecuentes relacionados con la edad.

“Me voy a echar la siesta”: expresión habitual con base científica

Decir “me voy a echar la siesta” no solo es una frase común; es una declaración de autocuidado cuando se hace con moderación y dentro de los horarios recomendados. Sin embargo, no todas las personas pueden hacerlo con facilidad. Quienes trabajan en turnos partidos o tienen días intensos pueden encontrar en la siesta un pequeño oasis regenerador.

A nivel fisiológico, cuando alguien se echa la siesta entra en una fase inicial del sueño conocida como N1 o somnolencia. En siestas cortas no se alcanza el sueño profundo, lo que evita el letargo posterior. En cambio, si se prolonga más de 30 minutos, es probable que se pase a fases más profundas, aumentando la probabilidad de despertarse desorientado o más cansado.

¿Es posible echar la siesta con lentillas?

Una de las preguntas frecuentes en personas con corrección visual es: ¿me puedo echar la siesta con lentillas?

La recomendación médica general es no hacerlo. Dormir, incluso por un corto periodo de tiempo, con lentes de contacto puede aumentar el riesgo de:

  • Ojos secos e irritados.
  • Infecciones, como queratitis.
  • Hipoxia corneal (falta de oxígeno en la córnea).

Si bien algunas lentillas están aprobadas para uso prolongado, no se aconseja su uso durante el sueño a menos que sea estrictamente necesario. Antes de echar la siesta, lo mejor es retirarlas y dejar que los ojos respiren.

El hábito de echar la siesta en distintas culturas

Mientras que en España, Grecia o Italia la siesta tiene una larga tradición, en muchos países del norte de Europa o en Estados Unidos no está tan integrada en la rutina diaria. No obstante, grandes empresas como Google, Nike o Zappos han incorporado zonas de descanso para fomentar siestas breves entre sus empleados, dada la evidencia científica de sus beneficios.

La tendencia a normalizar espacios para descansar brevemente va en aumento. Se han creado incluso “nap cafés” en grandes ciudades, con espacios silenciosos y oscuros donde las personas pueden descansar por 15 o 20 minutos en medio de su jornada laboral.

Siestas largas: ¿Cuándo no son recomendables?

Aunque echar la siesta aporta numerosos beneficios, cuando se alarga en exceso puede tener efectos contraproducentes:

  • Interfiere con el sueño nocturno. Las personas con insomnio o trastornos del sueño deben evitar siestas largas o después de las 16:00 horas.
  • Produce sensación de pesadez. Dormir más de 30 minutos aumenta la probabilidad de entrar en fases profundas de sueño y despertar con sensación de confusión o lentitud.
  • Asociación con enfermedades. Si alguien siente la necesidad imperiosa de dormir durante el día y no ha hecho esfuerzos físicos intensos, podría ser un signo de apnea del sueño, diabetes o trastornos del ánimo.

Echar la siesta como parte del autocuidado

Incluir una siesta breve dentro de la rutina diaria puede mejorar el bienestar general. Algunas recomendaciones para obtener el mayor beneficio incluyen:

  • Crear un ambiente tranquilo, con luz tenue y sin ruidos.
  • Evitar dispositivos electrónicos justo antes de dormir.
  • Establecer un horario constante de descanso diurno.
  • No sustituir el sueño nocturno por siestas largas.
  • Escuchar al cuerpo: no forzarse a dormir si no se tiene sueño.

En este sentido, echar la siesta no es una pérdida de tiempo, sino una estrategia de recuperación. Quienes lo practican con equilibrio suelen experimentar mejoras en su estado de ánimo, mayor tolerancia al estrés y mejor rendimiento cognitivo.

¿Es lo mismo «echar la siesta» que «dormir profundamente»?

No exactamente. Cuando se habla de “echando la siesta”, generalmente se refiere a un sueño superficial, corto y reparador. No se pretende alcanzar las fases REM o de sueño profundo, como ocurre durante la noche. El objetivo de esta pausa es regenerar el cuerpo y la mente sin desajustar el ciclo circadiano.

En algunos casos, como en las siestas de fin de semana o días festivos, es posible que se alarguen. Si esto ocurre ocasionalmente, no es motivo de alarma. Pero si se vuelve habitual, puede indicar un déficit de sueño nocturno acumulado o una mala higiene del sueño.

Dormir una breve siesta no es solo una costumbre placentera, sino también una práctica con beneficios demostrados para la salud. Si el cansancio diurno es excesivo o se sospecha que hay un problema de sueño, lo mejor es consultar con un especialista. En SaludOnNet es posible hacerlo sin esperas y a un precio muy asequible. Porque cuidarse también es saber cuándo pedir ayuda.

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