Alergia al frío: temer más al aire acondicionado que al sol

  • Se estima que afecta a entre el 0,05% y el 0,1% de la población, y puede presentarse en cualquier momento de la vida.
  • El diagnóstico suele basarse en la historia clínica y en pruebas específicas como el test del cubito de hielo.
alergia al frío

La alergia al frío es una reacción poco común pero real, en la que el contacto con temperaturas bajas provoca síntomas cutáneos e incluso reacciones generales en el organismo. Aunque el término popular es alergia, en la mayoría de los casos se trata de una urticaria por frío, un tipo de respuesta anormal del sistema inmunitario. Esta condición no solo aparece en pleno invierno: el aire acondicionado, el agua fría o incluso ciertos alimentos muy fríos pueden desencadenar molestias en quienes la padecen.

En las consultas médicas se observa que algunas personas presentan síntomas tan pronto como se exponen a un ambiente fresco, mientras que otras solo reaccionan ante cambios bruscos de temperatura. Esta variabilidad hace que sea importante un diagnóstico preciso y un plan de manejo personalizado.

Qué es la alergia al frío y cómo se llama

El término médico más utilizado es urticaria por frío. Se trata de una afección en la que la piel desarrolla habones (ronchas rojas, elevadas y con picor) después de la exposición a temperaturas bajas. Esta reacción se debe a la liberación de histamina y otras sustancias inflamatorias por parte de las células cutáneas, como respuesta a un estímulo que en la mayoría de las personas es inofensivo.

En ocasiones, también puede denominarse dermatitis por frío, especialmente cuando la reacción no es únicamente de ronchas sino que se acompaña de inflamación más prolongada, descamación o grietas en la piel.

¿Es posible tener alergia al frío?

Sí, es posible. Aunque no es una alergia típica como las que provoca el polen o ciertos alimentos, el mecanismo de la urticaria por frío implica una respuesta inmunitaria exagerada frente a un factor físico: la baja temperatura. Se estima que afecta a entre el 0,05% y el 0,1% de la población, y puede presentarse en cualquier momento de la vida, aunque es más frecuente en adultos jóvenes.

Qué le pasa a una persona con alergia al frío

Cuando una persona con alergia al frío se expone a temperaturas bajas, pueden ocurrir distintos fenómenos:

  • Reacciones cutáneas: aparición de ronchas, enrojecimiento e intenso picor en la zona expuesta.
  • Inflamación localizada: en manos, cara o labios, especialmente tras contacto con agua o aire frío.
  • Sensación de ardor o quemazón: a pesar de que el estímulo es frío, la piel puede sentirse caliente debido a la inflamación.
  • Síntomas generales: en casos graves, pueden presentarse mareos, dolor de cabeza o incluso reacciones sistémicas como dificultad para respirar.
  • Reacción anafiláctica: es rara, pero puede ocurrir, especialmente si hay inmersión en agua fría (mar, piscina).

Alergia al frío en la piel: manifestaciones más frecuentes

La alergia al frío suele verse como un brote de urticaria que aparece minutos después de la exposición. Puede durar desde una hora hasta varias horas y, aunque no deja cicatrices, resulta muy molesta. Entre las manifestaciones más habituales se encuentran:

  • Ronchas rojas y elevadas.
  • Inflamación de labios al beber bebidas frías.
  • Hinchazón alrededor de los ojos en ambientes con aire acondicionado fuerte.
  • Picor intenso que mejora con calor moderado.

En casos de dermatitis por frío, la piel puede volverse seca, áspera y presentar fisuras dolorosas.

Alergia al frío: síntomas más comunes

Los síntomas dependen de la intensidad de la reacción y del tiempo de exposición. Entre los más habituales están:

  • Aparición de ronchas tras contacto con frío.
  • Inflamación de manos, pies o rostro.
  • Picor y sensación de calor en la piel afectada.
  • Dolor articular o muscular en climas muy fríos.
  • Fatiga o malestar general tras exposición prolongada.

En personas sensibles, incluso el contacto con objetos fríos como latas de bebida o cubiertos metálicos recién salidos de la nevera puede provocar reacción.

Diagnóstico: cómo saber si se trata de alergia al frío

El diagnóstico suele basarse en la historia clínica y en pruebas específicas como el test del cubito de hielo. Consiste en colocar un hielo envuelto en plástico sobre la piel durante unos minutos y observar si aparece una roncha al retirar el estímulo. Si la prueba es positiva y los síntomas coinciden, se confirma la urticaria por frío.

En casos complejos o de aparición repentina, el médico puede solicitar análisis de sangre u otras pruebas para descartar enfermedades asociadas.

Qué hacer con la alergia al frío

El manejo se basa en prevenir y aliviar los síntomas:

  • Evitar exposición a temperaturas bajas, especialmente cambios bruscos.
  • Proteger la piel con guantes, bufandas y ropa térmica en invierno.
  • Regular el uso del aire acondicionado, evitando que sople directamente sobre la piel.
  • Evitar baños en agua muy fría, especialmente en el mar o piscinas no climatizadas.
  • Utilizar cremas barrera para proteger la piel en ambientes fríos y secos.
  • Antihistamínicos prescritos por el médico, para reducir la liberación de histamina y aliviar el picor.

Tratamiento médico

El tratamiento suele incluir antihistamínicos de segunda generación tomados de forma regular durante las temporadas frías o antes de exposiciones inevitables. En casos más graves, se pueden emplear tratamientos inmunomoduladores.

En situaciones de riesgo, como personas con antecedentes de reacción grave al frío, puede recomendarse llevar un autoinyector de adrenalina para usar en caso de anafilaxia.

Vivir con alergia al frío

Con un diagnóstico claro y medidas preventivas adecuadas, la mayoría de las personas con alergia al frío pueden llevar una vida normal. Es clave aprender a reconocer los desencadenantes y tener a mano el tratamiento indicado. El seguimiento médico regular ayuda a evaluar la evolución y ajustar las recomendaciones.

En SaludOnNet se puede acceder a dermatólogos y alergólogos que ofrecen diagnóstico y tratamiento personalizado sin esperas, permitiendo controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida incluso en climas adversos.

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