Polimedicación en mayores: cómo evitar interacciones entre fármacos
- La combinación de múltiples fármacos puede originar complicaciones que impactan directamente en la salud de las personas mayores.
- Un enfoque denominado “deprescripción” consiste en retirar de forma segura aquellos fármacos que ya no son imprescindibles.

La esperanza de vida en España ha aumentado de forma notable en las últimas décadas, y con ello también lo ha hecho la prevalencia de enfermedades crónicas en las personas mayores. Hipertensión, diabetes, artrosis, problemas cardiovasculares, depresión o insomnio son algunos ejemplos de patologías que requieren tratamiento farmacológico continuado. El resultado es que una gran parte de la población de más de 65 años se encuentra en situación de polimedicación, es decir, la toma simultánea de cinco o más medicamentos.
Aunque contar con terapias eficaces es fundamental para mantener la salud y la calidad de vida, la polimedicación conlleva riesgos importantes: interacciones entre fármacos, duplicidad de principios activos, efectos secundarios acumulativos e, incluso, mayor probabilidad de hospitalizaciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la polimedicación como uno de los principales retos de seguridad en la atención a mayores.
Qué significa realmente la polimedicación
Se habla de polimedicación cuando un paciente toma de forma crónica cinco o más medicamentos. Sin embargo, en personas mayores es común encontrar tratamientos con 10, 15 o incluso más fármacos diarios, sobre todo cuando conviven varias enfermedades crónicas a la vez.
Algunos datos relevantes:
- Según la Encuesta Nacional de Salud, más del 40% de los mayores de 65 años en España consume al menos cinco medicamentos diarios.
- La polimedicación es más frecuente en mujeres y en personas institucionalizadas en residencias.
- Cuantos más fármacos se utilizan, mayor es el riesgo de interacciones y de eventos adversos evitables.
No siempre la polimedicación es negativa: en muchos casos está justificada y bien indicada. El problema aparece cuando se suman tratamientos sin una revisión global, cuando no existe coordinación entre especialistas o cuando se mantienen fármacos que ya no son necesarios.
Riesgos principales de la polimedicación
La combinación de múltiples fármacos puede originar complicaciones que impactan directamente en la salud de las personas mayores. Entre los principales riesgos se encuentran:
- Interacciones medicamentosas. Algunos principios activos potencian o bloquean el efecto de otros, lo que puede causar desde pérdida de eficacia hasta toxicidad.
- Duplicidad de tratamientos. Es frecuente encontrar dos medicamentos distintos con el mismo principio activo o de la misma familia, lo que aumenta los efectos adversos.
- Efectos secundarios acumulativos. Mareos, confusión, hipotensión o estreñimiento se intensifican al combinar varios fármacos que comparten reacciones adversas.
- Mayor riesgo de caídas. Los medicamentos que afectan al sistema nervioso central o a la presión arterial aumentan la probabilidad de caídas y fracturas.
- Hospitalizaciones y mortalidad. La polimedicación inadecuada es causa frecuente de ingresos hospitalarios en mayores.
La combinación de fármacos puede también alterar el metabolismo de vitaminas y minerales, afectar al apetito o generar deshidratación, problemas especialmente graves en la tercera edad.
Factores que aumentan la vulnerabilidad en mayores
El organismo de una persona de 75 u 80 años no procesa los medicamentos de la misma forma que el de un adulto joven. Existen cambios fisiológicos que incrementan la vulnerabilidad frente a la polimedicación:
- Reducción de la función renal y hepática: los fármacos se eliminan más lentamente, lo que prolonga su efecto y aumenta el riesgo de toxicidad.
- Cambios en la composición corporal: menos agua y más grasa corporal modifican la distribución de los medicamentos en el organismo.
- Mayor sensibilidad a determinados grupos farmacológicos, como sedantes, antipsicóticos o antihipertensivos.
- Deterioro cognitivo o problemas de memoria, que dificultan seguir correctamente las pautas de medicación.
Todo ello hace que la polimedicación en mayores sea un desafío clínico y requiera una supervisión estrecha.
Estrategias para evitar interacciones y riesgos
Existen medidas prácticas que médicos, farmacéuticos, pacientes y familias pueden adoptar para reducir los riesgos de la polimedicación.
1. Revisión periódica de la medicación
Es fundamental que el médico de referencia realice revisiones regulares de toda la medicación que toma el paciente. El objetivo es:
- Confirmar que cada fármaco sigue siendo necesario.
- Detectar posibles duplicidades.
- Ajustar dosis en función de la edad, peso y función renal.
- Retirar medicamentos que ya no aportan beneficio.
Un enfoque denominado “deprescripción” consiste en retirar de forma segura aquellos fármacos que ya no son imprescindibles.
2. Coordinación entre profesionales
Las personas mayores suelen ser atendidas por distintos especialistas (cardiólogos, endocrinos, psiquiatras). Cada uno prescribe según su área, pero sin una visión global puede producirse polimedicación inadecuada. La coordinación entre médicos y el apoyo del farmacéutico comunitario resultan claves.
3. Uso de herramientas digitales
Existen programas y bases de datos que permiten detectar interacciones entre medicamentos de forma automática. Estas herramientas son muy útiles para profesionales de la salud y reducen el margen de error.
4. Implicar al paciente y a la familia
La educación sanitaria es fundamental. Explicar para qué sirve cada medicamento, cuándo tomarlo y qué efectos secundarios vigilar ayuda a que el tratamiento se siga correctamente. Las familias también cumplen un papel esencial, especialmente en pacientes con deterioro cognitivo.
5. Organizar la medicación de manera práctica
El uso de pastilleros semanales, alarmas en el móvil o aplicaciones recordatorias puede evitar olvidos y duplicidades. En residencias y centros de día, la figura del enfermero garantiza la correcta administración.
6. Control de la automedicación
El consumo de fármacos sin prescripción o el abuso de productos de herbolario y suplementos puede provocar interacciones graves. Se recomienda evitar la automedicación y consultar siempre con el médico antes de añadir cualquier producto.
7. Atención a la nutrición e hidratación
La dieta y el estado nutricional influyen en cómo se metabolizan los medicamentos. Una buena hidratación, una dieta equilibrada y evitar el alcohol son factores clave para minimizar efectos adversos.
Grupos de fármacos con más riesgo de interacción
Algunos medicamentos son especialmente problemáticos en situaciones de polimedicación:
- Anticoagulantes (como warfarina): interaccionan con múltiples fármacos y alimentos.
- Antiagregantes plaquetarios (aspirina, clopidogrel): riesgo de sangrado si se combinan con otros.
- Benzodiacepinas y sedantes: aumentan somnolencia, caídas y deterioro cognitivo.
- Antidepresivos e inhibidores de la recaptación de serotonina: pueden provocar síndrome serotoninérgico si se combinan de forma incorrecta.
- AINEs (ibuprofeno, naproxeno): interacciones con antihipertensivos, riesgo de daño renal y gastrointestinal.
- Diuréticos e hipoglucemiantes: requieren un ajuste individualizado en mayores.
La identificación temprana de estos riesgos permite prevenir complicaciones serias.
Buenas prácticas para profesionales de la salud
Los especialistas sanitarios cuentan con protocolos y guías que ayudan a reducir los efectos negativos de la polimedicación. Algunas recomendaciones son:
- Seguir los criterios STOPP/START, que orientan sobre fármacos que conviene evitar en mayores y los que son recomendables en su lugar.
- Aplicar la mínima dosis eficaz durante el menor tiempo posible.
- Favorecer tratamientos no farmacológicos siempre que sea viable (ejercicio, fisioterapia, apoyo psicológico).
- Evaluar continuamente la calidad de vida del paciente, más allá de los parámetros clínicos.
El papel de la atención primaria
El médico de familia es la figura central para gestionar la polimedicación. Su visión integral del paciente permite equilibrar beneficios y riesgos, coordinar con otros especialistas y ofrecer educación sanitaria. La atención primaria también facilita la detección temprana de efectos adversos, reduciendo ingresos hospitalarios y mejorando la seguridad del paciente.
Cuidar la calidad de vida, no solo la cantidad de fármacos
En la vejez, el objetivo del tratamiento no es únicamente prolongar la supervivencia, sino también mantener la autonomía, la capacidad funcional y el bienestar. En ocasiones, menos medicamentos significan una mejor calidad de vida. Escuchar las preferencias del paciente y adaptar el tratamiento a sus prioridades vitales es esencial en la práctica clínica.
La polimedicación es un fenómeno inevitable en muchos mayores, pero su manejo adecuado permite minimizar riesgos y garantizar que los fármacos realmente aportan beneficio. Revisiones periódicas, educación, coordinación sanitaria y apoyo familiar son las mejores herramientas para evitar complicaciones.
En SaludOnNet se puede acceder a médicos de familia, internistas y farmacólogos que ayudan a revisar tratamientos de forma rápida, online y presencial, sin esperas y con la tranquilidad de contar con especialistas que cuidan de la seguridad en la medicación de las personas mayores.
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