Otitis del bañista: cómo prevenir infecciones en playas, ríos y piscinas
- La mejor forma de evitar esta infección es mediante la prevención.
- El uso de tapones puede ser muy útil, pero también es importante elegir los adecuados.

Con la llegada del calor, aumentan las visitas a playas, ríos y piscinas. Sin embargo, también se incrementa la aparición de ciertas afecciones, como la otitis externa difusa, conocida popularmente como otitis del bañista. Aunque suele asociarse a niños y adolescentes, lo cierto es que puede afectar a personas de cualquier edad, especialmente si no se toman las medidas higiénicas adecuadas.
¿Qué es la otitis del bañista?
La otitis del bañista es una inflamación del conducto auditivo externo, producida principalmente por la entrada y permanencia de agua en el oído. Este ambiente húmedo favorece la proliferación de bacterias y hongos que irritan e infectan la piel del canal auditivo.
El Pseudomonas aeruginosa es el microorganismo más comúnmente implicado, aunque también pueden intervenir otras bacterias y levaduras. La otitis externa no debe confundirse con la otitis media, que afecta al oído interno y suele estar relacionada con infecciones respiratorias.
Factores que aumentan el riesgo
Diversos elementos pueden favorecer la aparición de otitis en verano:
- Exposición prolongada al agua: especialmente si el oído no se seca correctamente.
- Presencia de agua contaminada: es más frecuente en ríos y lagos con escaso control sanitario, pero también puede ocurrir en piscinas mal cloradas.
- Uso de objetos para limpiar el oído: como bastoncillos o clips, que pueden dañar la piel del conducto auditivo.
- Dermatitis o eccemas previos: alteran la barrera natural del oído, facilitando la entrada de gérmenes.
- Climas cálidos y húmedos: multiplican el riesgo debido al ambiente propicio para el crecimiento bacteriano.
Tipos de agua y riesgo de infección
No todas las aguas son iguales cuando se trata de salud auditiva. Algunas representan más peligro que otras:
- Piscinas: si están bien mantenidas, el riesgo es bajo. El problema aparece cuando hay niveles insuficientes de cloro, acumulación de residuos o alta concentración de bañistas.
- Playas: en general, las aguas saladas tienen menor cantidad de bacterias patógenas que el agua dulce, pero en zonas contaminadas o con presencia de algas tóxicas, el riesgo aumenta.
- Ríos y lagos: son los que más probabilidades tienen de contener microorganismos causantes de infecciones, especialmente si el agua es estancada o cercana a zonas urbanas o ganaderas.
Cómo prevenir la otitis del bañista
La mejor forma de evitar esta infección es mediante la prevención. Para ello, conviene seguir ciertas recomendaciones tanto antes como después del baño:
- Secar bien los oídos tras el baño: usar una toalla limpia para absorber el agua visible y, si es necesario, inclinar la cabeza a ambos lados para facilitar la salida del líquido retenido.
- Evitar nadar en aguas de dudosa calidad: especialmente en ríos sin control sanitario.
- No introducir objetos en el oído: ni bastoncillos, ni las propias uñas.
- Aplicar gotas secantes en casos recurrentes: disponibles en farmacias, ayudan a evaporar el agua acumulada.
- Usar tapones para nadar: especialmente si hay antecedentes de otitis. Los más recomendables son los de silicona moldeable o los fabricados a medida, que garantizan un sellado adecuado sin irritar la piel.
¿Tapones sí o no?
El uso de tapones puede ser muy útil, pero también es importante elegir los adecuados. Los tapones mal ajustados o reutilizados muchas veces pueden irritar el canal auditivo y provocar el efecto contrario.
Existen diferentes tipos:
- Tapones de silicona blanda: se adaptan bien y son cómodos. Son ideales para baños ocasionales.
- Tapones a medida: recomendados para personas que nadan de forma habitual o que tienen predisposición a infecciones.
- Tapones de espuma: aunque útiles para evitar ruidos, no son eficaces para proteger del agua.
Además del uso de tapones, algunos nadadores habituales emplean cintas protectoras o gorros especiales que cubren los oídos y minimizan el contacto con el agua.
Señales de alarma: cuándo acudir al médico
La otitis del bañista suele comenzar con una molestia leve, pero si no se trata a tiempo puede complicarse. Algunos signos de alerta incluyen:
- Dolor agudo en el oído, especialmente al tocarlo o mover la mandíbula.
- Sensación de taponamiento o pérdida auditiva parcial.
- Picor persistente dentro del canal auditivo.
- Secreción amarillenta o verdosa, a veces con mal olor.
- Enrojecimiento visible en la entrada del oído.
- Fiebre o inflamación en la zona.
En estos casos, es fundamental acudir al médico para iniciar un tratamiento adecuado, que generalmente consiste en antibióticos tópicos en forma de gotas y antiinflamatorios. Ignorar los síntomas o intentar solucionarlos con remedios caseros puede agravar la infección.
¿Y si ya ha habido otitis anteriormente?
Las personas con antecedentes de otitis externa deben ser especialmente cuidadosas. El oído que ya ha sufrido esta infección es más propenso a recaídas. Por tanto, es recomendable extremar las medidas preventivas:
- Evitar baños prolongados en el agua.
- Usar tapones impermeables y secar bien los oídos.
- Consultar con un otorrinolaringólogo si el problema se repite.
También puede ser útil llevar un pequeño botiquín con gotas secantes o antisépticas si se viaja a zonas costeras o se va a pasar varios días en piscinas.
Cuidados adicionales para niños y adultos mayores
Aunque los niños suelen ser los más afectados por su exposición frecuente al agua y su canal auditivo más estrecho, los adultos también pueden padecer esta patología. En personas mayores, la piel del oído es más fina y seca, lo que favorece la irritación y reduce la capacidad de defensa natural frente a bacterias.
Por tanto, en estos grupos de edad es recomendable:
- No compartir toallas o auriculares.
- Evitar el uso de auriculares o audífonos hasta que el oído esté seco.
- Revisar la piel del oído periódicamente si hay antecedentes de eccema o psoriasis.
¿Es contagiosa la otitis del bañista?
No. La otitis externa no se transmite de persona a persona. Sin embargo, si varias personas nadan en un entorno contaminado (por ejemplo, una piscina mal clorada), pueden desarrollar la misma infección por exposición al mismo agente patógeno.
Lo importante no es evitar el baño, sino hacerlo con higiene y con sentido común.
Disfrutar del agua en verano no debe estar reñido con la salud auditiva. Incorporar pequeñas rutinas de prevención y estar atentos a los primeros síntomas puede marcar la diferencia entre unas vacaciones tranquilas o una visita al especialista. Para quienes hayan tenido episodios anteriores o padezcan molestias frecuentes, contar con la atención de un otorrinolaringólogo es la mejor opción.
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