La hiperplasia benigna prostática (HBP) es una patología que consiste en el agrandamiento de la próstata con un crecimiento no maligno. Produce síntomas como dificultades para iniciar o mantener el chorro de orina, ganas  de orinar constantes y en escasas ocasiones sangrado en la orina o infecciones, debido a la presión que ejerce la próstata al aumentar de tamaño. 

Es una dolencia muy habitual en los hombres mayores de 40 años, que alcanza a un 80% de la población masculina con más de 75 años.

Es una afección que hay que tratar, al afectar a la calidad de vida del paciente y porque con el tiempo empeora, aumentando el riesgo de infección o cálculos en la vejiga y las probabilidades de que aparezca un cáncer.

El láser es la técnica más avanzada para tratar esta patología. Reduce los tiempos de operación y el sangrado en la misma, la hospitalización y  la recuperación, acabando con la mayoría de los problemas postoperatorios.  Está comprobado que tiene más ventajas que el método tradicional, denominado resección transuretral de próstata.

La intervención se realiza bajo anestesia regional o sedación y tiene una duración aproximada de una hora. Consiste en la introducción de un cistoscopio (aparato similar a un  endoscopio con una cámara incorporada) por la uretra, a través del cual se coloca una fibra de láser que transforma el tejido prostático en vapor de agua, recogido y extraído después a través de dicho aparato.

Gracias a esta técnica se reduce de manera considerable el tiempo de estancia en el hospital, pasando de 2 a 5 días en la operación tradicional a menos de 24 horas con el láser verde. La incontinencia urinaria se reduce a un 0,7% y no hay riesgo de presentar impotencia sexual después del tratamiento.

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